
Bermuzo, el flautista
No debo caminar en la cuerda floja, no debo caminar en la cuerda floja, decía el Arlequin flautista, mientras balanceaba su cuerpo sobre los hilos del pentagrama, como no podía guardar el equilibrio, decidió tocar su canción preferida, entonces las corcheas y semicorcheas se acomodaban a su paso, sirviendo de soporte para sus pies. Así fue avanzando, pero el camino era largo, y de pronto se quedó sin aliento, no hubo más blancas, no más negras, ni una sola corchea, con el último aliento que le quedaba, sopló una andanada de notas, y corrió, logrando llegar al otro lado.El arlequin fue feliz y apareción en un blog.
Colorin colorado, este cuento se ha acabado.
(Texto: Johan Bush Walls)