martes, 27 de enero de 2009

DEDICADO: A MERCHE Y PACO (Madrid)

Bermuzo, el flautista

No debo caminar en la cuerda floja, no debo caminar en la cuerda floja, decía el Arlequin flautista, mientras balanceaba su cuerpo sobre los hilos del pentagrama, como no podía guardar el equilibrio, decidió tocar su canción preferida, entonces las corcheas y semicorcheas se acomodaban a su paso, sirviendo de soporte para sus pies. Así fue avanzando, pero el camino era largo, y de pronto se quedó sin aliento, no hubo más blancas, no más negras, ni una sola corchea, con el último aliento que le quedaba, sopló una andanada de notas, y corrió, logrando llegar al otro lado.El arlequin fue feliz y apareción en un blog.
Colorin colorado, este cuento se ha acabado.
(Texto: Johan Bush Walls)

7 comentarios:

M.A dijo...

Jo, Chú pero ¿dónde tenías estos dibujos tan guapos? Podrías contar algo de ellos. Me gustó mucho lo que me dijiste sobre el hombre que cuidaba su flor.
Un abrazo,eres una artista como una catedral.
Merce.

Nancy dijo...

Qué belleza de arlequín. Cuando sea grande quiero pintar como tú, jajajaja ;o) (esa frase me gusta mucho, porque yo ya estoy bastante mayor y la gente me mira como quien dice ¿qué le pasa a esta?)
un abrazo

Moony-A media luz dijo...

Un flautista arlequín... qué gozada de dibujo...
Está pidiendo a gritos una historia :)

Un beso grande.

Chu dijo...

Hola, Mercedes!!
Más o menos como uno de "tus paseos por el alambre", jajaja. Intentando repartir un poco de alegría por donde pasa...
Un beso.

A mí, esa frase me encanta!! Creo que recoge muuuuucho, y sobre todo, la ilusión por seguir descubriendo cosas.

Un beso, Nancy.

¿A qué esperas, Moony?
¡Lánzate!
Espero tu historia con impaciencia.

Un beso, guapa!!

Johan Bush Walls dijo...

No debo caminar en la cuerda floja, no debo caminar en la cuerda floja, decía el Arlequin flautista, mientras balanceaba su cuerpo sobre los hilos del pentagrama, como no podía guardar el equilibrio, decidió tocar su canción preferida, entonces las corcheas y semicorcheas se acomodaban a su paso, sirviendo de soporte para sus pies.

Así fue avanzando, pero el camino era largo, y de pronto se quedó sin aliento, no hubo más blancas, no más negras, ni una sola corchea, con el último aliento que le quedaba, sopló una andanada de notas, y corrió, logrando llegar al otro lado.

El arlequin fue feliz y apareción en un blog.

Colorin colorado, este cuento se ha acabado.

Salú pue.

XoseAntón dijo...

Felicidades por el arlequín, Mercedes y Paco se lo merecen. Aunque eso sí, a cambio de que te inviten a un vino. No se lo perdones.

Bikiños

Chu dijo...

Gracias, Johan.
¡Bienvenido a la isla!
He puesto tu pequeño cuento bajo la imagen del flautista para que lo vean todos al entrar. Si no te parece bien, dímelo y lo quito, pero me ha parecido muy simpático.
Un beso.

Jajaja, un vino o una caña, Xose, se permite cualquier aditivo a un buen rato de risas. A ver si van tomando nota y nos montamos una fiesssssssssssshta.
Un beso